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Seguro que en más de una ocasión te has sentido abrumada por algún tema concreto o simplemente con ganas de estar sola, de descansar o de desconectar.

Tus emociones varían en función de la situación en la que te encuentres. Del mismo modo que si tienes sueño, necesitas dormir, cuando estás triste necesitas llorar o estar tranquila, mientras asumes tu estado y lo procesas.

Detrás de ser una mujer complaciente, se encuentra tu miedo al rechazo, a la pérdida, a ser juzgada, a fallar.

Cuando nuestro servicio a los demás se convierte en una obligación, aparecen los problemas.

No puedes pretender complacer a todos, eso es prácticamente imposible.

Detrás de la madre, la esposa, la trabajadora y la amiga, se encuentra la mujer maravillosa que necesita cuidarse, amarse, escucharse y alimentarse.

Si no te cuidas, acabas enfadada, primero con el mundo, porque abusan de ti y segundo, contigo misma, porque no sabes decir que no.

 

 

Para llegar a establecer tus límites hay tres factores muy importantes a tener en cuenta:

ESCUCHA

Aprende a escucharte. Cuando te encuentres ante esa necesidad de ser complaciente y de estar disponible para los demás, te invito a que te preguntes a ti misma:

¿Qué dice mi cuerpo?, ¿qué emoción predomina en mí?, ¿qué siento en mi interior?

Nuestro cuerpo es muy sabio y nos da pistas muy acertadas sobre nuestro enfoque.

Si tus sensaciones son desagradables, el mensaje es claro, estás actuando de forma contraria a tus valores, lo que no implica que no debas actuar así en caso de necesidad. Ahora depende de ti determinar si es o no necesario.

RESPETO

El respeto hacia ti misma es fundamental. Si tú no te respetas, le das permiso a los demás para que tampoco lo hagan. Les das el poder necesario para «obligarte» a actuar, para obedecer a su propósito.

¿Cómo quieres que los demás te respeten si tú no tienes ese respeto hacia ti misma?

AMOR

Amor hacia los demás y amor hacia ti misma, por encima de todo.

Lo más importante es que te quieras por ser quien eres, que te cuides, que te mimes, que aprecies cada parte de ti como algo único y maravilloso, que aprendas a darte el valor que te mereces y que empieces a tomar las riendas de tu vida, porque si hay una auténtica protagonista en esta historia, no te quepa la menor duda de que esa eres tú.

Así que, si eres una de esas mujeres que abandonan todo lo que están haciendo por complacer a los demás, te animo a poner límites en tu vida de una vez por todas.

¿A qué esperas para tomar acción?