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Cuando estoy agobiada por el trabajo, la familia, la incompetencia judicial o la ignorancia política, me cuestiono tantas cosas que podría escribir un libro entero.

No me da miedo reconocer que es más fácil quejarse que actuar. De hecho, nos quejamos continuamente, pero ¿hacemos algo al respecto?

No sé tú, pero yo estoy cansada de quejarme, muchas veces con razón y otras no tanto.

¿De qué sirven las quejas?. Aparte de ser recurrentes y de no permitirnos escapar del problema, simplemente pueden proporcionarnos un momentáneo efecto terapéutico al compartirlas con los demás.

Yo siempre recurro al mismo tema, el poco tiempo del que dispongo para mí misma. ¿Cómo voy a dejar de hacer mis obligaciones para practicar un deporte o salir a tomar algo con mis amigas?, al fin y al cabo los demás me necesitan.

Pero ¿qué clase de idiotez es esa?. Está muy bien echar un cable a los demás pero yo también necesito tiempo para mí, para hacer aquellas cosas que me gustan y que me permiten disfrutar de la vida.

No estoy hablando de cambios drásticos ni revoluciones en toda regla. Sólo hablo de amarse a una misma. De tener ilusión por algo, de creer que vale la pena seguir adelante.

 

 

No todas nosotras estamos en la misma situación, pero dentro de nuestras posibilidades tenemos la obligación de poner nuestro granito de arena para lograr nuestra felicidad.

Hasta hace poco, yo misma me lamentaba de mi situación, de lo que me ocurría, de la poca suerte que tenía, pero afortunadamente he decidido cambiar, dar un pequeño giro a mi vida que estoy segura de que será el principio de algo nuevo, más gratificante para mí.

Mi familia es muy importante, pero yo también lo soy y por eso mismo debo cuidarme, asistir a actividades que me motiven, quedar con mis amigas para tomar algo o practicar algún deporte que me mantenga sana.

Quiero sentirme yo misma y vivir con alegría. No quiero pasar por la vida con resignación, sino con orgullo y motivación.

Estoy feliz de estar viva, de poder reír junto a otras personas, de disfrutar de una puesta de sol y de tomar unas cañas en una terracita. La vida son estos momentos y cuantos más instantes felices disfrutes, mejor será tu camino.

Nunca es tarde para empezar, así que ¡Date un respiro!, ¡Vive, siente y aprovecha tu tiempo!

¡Te lo mereces! 😉