Vivimos en un mundo cambiante, lleno de desafíos que nos permiten mantenernos activas y en continuo crecimiento.
Afortunadamente, somos capaces de asumir esos nuevos retos con ilusión y deseos de expansión, manteniéndonos en constante movimiento. Pero, ¿actuamos intencionadamente en cada una de nuestras acciones?, ¿tenemos un claro propósito cuando iniciamos nuestra jornada?, ¿dirigimos nuestros pensamientos hacia un objetivo deseado? o, por el contrario, nos dejamos llevar por lo que nos depara el día a día.
Es fácil dejarse llevar por los acontecimientos, vivir desde la comodidad del copiloto, dejando la responsabilidad de manejar nuestra vida a otros. Pero, ¿te gusta que sean los demás quienes dirijan tu día a día?, ¿cómo te sientes cuando no eres tú quien toma las decisiones sobre tu vida?
No sé tú, pero a mí me gusta centrarme en lo que yo quiero conseguir y no dejar que sean los demás quienes tomen las decisiones en mi lugar. Mi espíritu crítico es el que me mantiene activa, el que me motiva a ir en busca de lo que quiero conseguir.
No creas que tú eres diferente, también tienes deseos e ilusiones que te movilizan continuamente, ¿qué hay de malo en perseguir tus sueños?
Para ir a por ellos necesitas acción, pero la acción no es nada si antes no estableces cuál es tu intención.
No se trata de remar a contracorriente, sino de buscar la manera de dirigirte hacia tu sueño contando con los desafíos que se te puedan presentar, estableciendo un plan concreto en el que figuren todos los actores, tanto los principales como los de reparto. De esta forma, tu sueño es posible, porque tú y sólo tú haces que lo sea. Usa tus pensamientos a tu favor y céntrate en lo que quieres lograr, verás como se abren nuevas posibilidades ante ti, despertando así tu creatividad y tu poder resolutivo.
Poner intención en aquello que deseamos obtener es primordial si queremos enfocar nuestro momento en un objetivo concreto.
Cuando me despierto por la mañana, me pregunto ¿qué quiero lograr hoy? y empiezo a centrarme en aquello que deseo para mi jornada. Si tengo una reunión en la que quiero aclarar algunos puntos, me centro en clarificarlos; si me siento abrumada por el trabajo y mi carga es excesiva, me centro en poner límites; si veo que no puedo llevar a cabo las tareas del hogar por exceso de carga laboral, me centro en pedir ayuda a mi familia.
Quizás te parezca algo obvio, pero te aseguro que poner intención en lo que haces marca la diferencia. Empiezas el día con un claro propósito y te centras en él, ya no vas guiada por la inercia y por los demás. Ahora eres tú la que diriges la jornada, centrándote en lo que quieres realmente.
Donde pones la intención, pones el foco, así que pregúntate ¿en qué quiero poner el foco hoy?