Cada vez es más frecuente rodearte de personas que, por uno u otro motivo, se sienten insatisfechas con su forma de vida.
La rutina, las obligaciones, el exceso de comodidades y las exigencias se reúnen para impedirnos avanzar.
Nos endeudamos para vivir mejor y lo único que conseguimos es agobiarnos por nuestra limitada economía, centrándonos en todo aquello que no tenemos, en lugar de disfrutar de lo que nos rodea: nuestra familia, nuestros amigos, nuestras mascotas, la naturaleza, el aire que respiramos, la música que oímos o los alimentos que nos sacian.
La cultura consumista nos engulle hasta tal punto que deseamos todo aquello que está en el mercado, porque si llegamos a alcanzarlo vamos a lograr ser las personas más felices del planeta.
Pero, qué poco nos dura nuestra alegría. Tan pronto como hemos conseguido alguna de estas metas consumistas, volvemos a desear otras.
Todas y cada una de nosotras tenemos algo que realmente nos fascina y nos ilumina cuando lo incorporamos a nuestras vidas. Algo que disfrutamos y que estamos dispuestas a vivir a pesar de nuestro cansancio o nuestra falta de tiempo: bailar, leer, escribir, jugar, pasear, meditar, viajar, dibujar, cantar…
¿Qué te hace vibrar?, ¿qué te gustaría estar haciendo en estos momentos?, ¿qué priorizarías en tu vida si tuvieras que elegir una actividad para el resto de tus días?
Quizás no le estás dedicando todo el tiempo que se merece a tu propósito. Puede que consumas la mayor parte del día en tareas que te alejan de él o que carecen de sentido para ti.
¿Por qué sigues haciendo estas cosas?, ¿qué te impide dejar de realizarlas?, ¿a qué te quieres dedicar realmente?, ¿cuál es el primer paso para conseguirlo?
Te animo a que reflexiones sobre ello y medites tranquilamente tu decisión.
Si no estás segura de lo que te hace realmente feliz, sólo tienes que fijarte en tus emociones. Escucha a tu cuerpo, obsérvalo, préstale la atención que se merece.
Cuando observes tensión, duda o desconfianza, pregúntate qué hay detrás de todo ello.
Cuando notes que vibras, que disfrutas, que conectas, entonces te hallarás en la ruta correcta.
¡Confía en tu corazón!, él te indicará el camino hacia tu felicidad.