Durante el pasado fin de semana he estado conviviendo con un grupo de personas maravillosas, exquisitas, llenas de vida y dispuestas a entregarlo todo.
Ha sido una experiencia tan sumamente enriquecedora que no puedo dejar de pensar en ella como una lección de vida que marcará en mí un antes y un después, como persona y como profesional.
El poder disfrutar de la compañía de seres humanos tan especiales, tod@s tan diferentes, unic@s en definitiva, aporta luz a mi vida. Esa diferencia precisamente es lo que ha enriquecido nuestra relación.
Distintas profesiones, distintas formas de pensar, distintas ideologías, distintas maneras de ser, pero una gran tolerancia, un respeto mutuo y un objetivo común: el autoconocimiento y el crecimiento personal.
¡Qué maravilla formar parte de este grupo imperfecto, lleno de dudas y pasiones, abierto a nuevas experiencias y sediento de información!
Nos movemos en ámbitos diferentes, nos nutrimos de nuevas experiencias y recurrimos a viejas heridas que no acaban de cicatrizar. A pesar de nuestras diferencias, tod@s tenemos algo en común, buscamos alcanzar la felicidad, sentirnos bien con nosotr@s mism@s y lograr esa paz interior que nos alinea con nuestro ser esencial.
En la diferencia está el color. Es maravilloso poder disfrutar de este gran colorido, de personas tan diversas, con sus pasiones, sus excentricidades, sus ocurrencias y sus vivencias. Me encanta esta variedad, me enriquece como ser humano y me ayuda a sentir que todo es alcanzable, que la vida no es lineal, que se abre ante nosotr@s un amplio abanico de posibilidades.
Somos nosotr@s l@s que elegimos nuestro camino. Lo importante es no permanecer enquistad@s en una forma de hacer, pensar o sentir. Nuestra percepción varía con el paso del tiempo y lo que hoy es importante para nosotr@s, mañana deja de serlo.
No cerremos los ojos a nuestra esencia, no impidamos nuestro crecimiento como seres humanos.
¡Disfrutemos de la vida con todos los tesoros que nos ofrece y abramos nuestro corazón a nuevas experiencias!