Seleccionar página

Somos animales de costumbres. Cada día nos levantamos a la misma hora, desayunamos las mismas cosas, hacemos el mismo recorrido hacia nuestro lugar de trabajo y repetimos los mismos mensajes, una y otra vez.

¿Qué pasa si estos mensajes que recorren nuestra mente son siempre limitantes y obsesivos? Lo que ocurre es que repetimos un patrón de comportamiento que nos dirige hacia la obtención de los mismos resultados. Poco a poco, nos vemos sumergidas en un océano de dudas y desaliento. Nuestra luz se apaga y nuestras esperanzas desaparecen.

Estamos acostumbradas a ponernos siempre en la peor situación. Nuestro instinto de supervivencia se encarga de adelantarnos los acontecimientos. El problema es que muchas veces esos aspectos que intentamos sortear no son reales, residen únicamente en nuestra imaginación, desatando todo tipo de tempestades.

¿Qué podemos hacer para evitarnos este suplicio?

El primer paso para cambiar esta trayectoria es aceptar nuestros pensamientos negativos. Para ello, es importante identificarlos a lo largo del día, haciendo un repaso de los mismos al final de la jornada. Si no  nos acordamos, podemos apuntarlos en una libreta para, de esta forma, cerciorarnos del tipo de pensamientos que recorren nuestra mente a diario, determinando cuáles de ellos se repiten con más frecuencia. Esto nos ayudará a ser más conscientes y más responsables de nuestra vida.

Cuando tenemos identificados los distintos pensamientos, entonces nos toca cuestionarlos. Así, podemos preguntarnos: ¿Estoy segura al cien por cien de que esto es así, tal y como lo pienso? Si no estoy segura, ¿qué me lleva a situarme en el peor de los casos?

Normalmente, detrás de cada uno de estos pensamientos limitantes se encuentra el miedo, el temor a lo desconocido.

 

 

Si, a pesar de no estar segura al cien por cien de que esto va a ocurrir, sigo intranquila y temerosa, la mejor opción es centrarme en la posible solución del problema, en lo que puedo hacer para evitarlo o para disminuir su intensidad.

Si temo perder mi empleo, porque me han llegado algunos mensajes subliminales o por pura intuición, lo que puedo hacer es enfocarme en mis destrezas y mis posibilidades, estando abierta a cualquier sugerencia, mientras sigo dando lo mejor de mí en mi actual puesto de trabajo.

¿De qué sirve la queja continua? Absolutamente de nada, me mantiene en mi lado víctima girando en círculos, totalmente desorientada.

La mejor manera de no caer en este tipo de pensamientos es vivir el momento presente, situarse en el aquí y el ahora. Puedes lograrlo practicando mindfulness, realizando tu actividad favorita, prestando atención al plato de comida que estás elaborando, disfrutando de tu clase de baile o de un paseo por el bosque.

Así que, ¿por qué no empezar a beneficiarte ya de la vida que mereces? Activa tu potencial y enfócate en cada cosa que haces, ya sea lavarte las manos, escribir una carta, leer un libro o tomar un café con tus amigas. Céntrate en lo que quieres en tu vida y verás como se va allanando el camino.