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Nuestro cuerpo está compuesto principalmente de agua, aproximadamente un 80%. Se trata del elemento más importante en nuestra dieta.

Gracias a ella podemos llevar a cabo nuestras funciones vitales. Su presencia es muy relevante en todos los tejidos corporales, participando en procesos prioritarios como la digestión, la distribución de nutrientes o la eliminación de desechos.

En nuestro organismo, el agua:

  • Regula la temperatura corporal.
  • Transporta nutrientes y oxígeno.
  • Evita la retención de líquidos.
  • Depura toxinas.
  • Lubrica las articulaciones.
  • Regula el estreñimiento.
  • Sacia.

La cantidad de líquido diario recomendado por la AESAN (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) es de dos o tres litros al día.

No tomar el agua necesaria nos lleva a la deshidratación celular, produciendo un estado de fatiga, ya que es imprescindible para revitalizar las células de nuestro cuerpo.

Dado que, a lo largo del día, vamos perdiendo agua a través de nuestras funciones corporales (sudor, orina,…) es necesario reponerla para poder seguir con nuestros procesos satisfactoriamente.

Su consumo puede llevarse a cabo no sólo a través de la ingesta de líquidos, sino también mediante alimentos tales como frutas y verduras, cuya proporción de H2O es elevada.

Es importante escuchar a nuestro cuerpo, nos habla constantemente. Pero incluso si no tenemos sed, debemos concienciarnos de la importancia del consumo de líquidos.

 

 

 

La deshidratación conlleva cansancio, debilidad, malestar, falta de concentración o calambres.

Una de las señales de la falta de hidratación es el color de nuestra orina. Si es claro o prácticamente incoloro, nos indica que gozamos de una buena hidratación, pero si es oscuro, probablemente se trate del caso contrario.

Un buen consejo es beber de un mismo recipiente durante el día. De esta forma podemos controlar nuestro consumo.

También podemos crear una rutina, en caso de que no sintamos esa necesidad, bebiendo agua a las mismas horas o descargar una de las muchas aplicaciones en nuestro smartphone para no olvidarnos.

Además esta hidratación se refleja en nuestro rostro. Al lubricar las diferentes capas de la piel, causantes de las arrugas, mantiene nuestra tez más joven, iluminándola y dotándola de un aspecto más saludable.

Lo mismo ocurre con nuestro cabello, favorece su crecimiento y luce más fuerte y brillante.

El agua sacia el organismo, por lo que ayuda a quemar calorías y a luchar contra el exceso de grasa, favoreciendo la eliminación de la tan temida celulitis.

Por si todo esto fuera poco, su consumo promueve la producción de endocrinas, generando en nosotras una gran sensación de bienestar y felicidad.

¿Hay algo mejor y más económico para ayudarnos a estar sanas y bellas?

Hidratémonos cada día y conseguiremos reflejar un aspecto más saludable. ¡Hagamos del agua nuestra gran aliada! 😉