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Cuando hablamos del amor, siempre nos centramos en el amor que sentimos hacia nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros padres o nuestros amigos, pero rara vez pensamos en el amor que tenemos hacia nosotras mismas. 

¿Por qué no lo hacemos?, ¿qué nos impide amarnos?

Desde pequeñas nos han enseñado a centrarnos en todo aquello que hacemos mal y que no somos. Nos han inculcado una baja autoestima motivada por unos cánones de belleza rara vez alcanzables y por unas metas ligadas a grandes sacrificios que nos incitan al desánimo.

La industria que mueve los hilos de todo este entramado se enriquece día a día, mientras nosotras nos empobrecemos cada vez más. Y no hablo sólo de empobrecimiento económico por exceso de consumo, que se da habitualmente, sino también de empobrecimiento emocional.

Me da la impresión de que a medida que la sociedad crece económicamente, decrece en cuanto a felicidad.

Si bien es cierto que el progreso ha traído consigo avances buenísimos para nuestra cultura, también lo es el hecho de que nos ha convertido en personas más dependientes.

Queremos todo lo que vemos, no somos felices si no lo tenemos, tanto si lo necesitamos como si no. Pero, ¿se calma alguna vez esa insaciable necesidad de más?

Afortunadamente, cada vez son más los movimientos a favor de nuestro crecimiento personal y nuestra autoestima.

Somos especiales, estamos llenas de cualidades maravillosas y de grandes intenciones.

Somos imparables si nos lo proponemos, todas nosotras, sin excepción.

Tenemos todo lo que necesitamos para despertar de este sueño que nos limita y nos impide progresar. Sólo hace falta creer en nosotras mismas para lograr nuestro objetivo y para ello es importante descubrir nuestro poder y todas nuestras capacidades.

Amarse a una misma es el primer paso.

¡Yo hoy me quiero muchísimo!, ¿y tú?