Hoy quiero hablarte de algo que considero muy importante a la hora de organizar nuestra vida. Se trata de tu espacio, del lugar que habitas, del lugar que ocupas.
En mi caso, hasta hace relativamente poco tiempo, solía acumular cualquier tipo de documentos u objetos pensando en su posterior utilidad. Así, mi espacio quedaba reducido a la mitad. Mi idea se resumía en lo siguiente: Si lo necesito, podré recurrir a ello siempre que lo desee, pero no pensaba en todo lo que suponía esa acumulación, no percibía su baja energía, la inutilidad en sí misma.
Desde que he empezado a deshacerme de todo aquello que no utilizo, me siento mucho mejor. Ahora localizo todo más fácilmente, por lo que pierdo menos tiempo a la hora de buscar cualquier cosa. También dispongo de mayor espacio y siento que la energía fluye mucho más a mi alrededor.
Es posible que algún día me acuerde de alguno de esos objetos cuando lo necesite, pero en realidad, habré ganado en tiempo y en espacio el doble o el triple de su valor.
Además de la importancia de mantener nuestro espacio físico saneado, que ya de por sí aporta muchísimas ventajas, otro de sus beneficios consiste en la influencia que ejerce en nuestro mundo interior.
Cuando empiezas a ordenar tu espacio externo, tu espacio interno también se ordena. Lo que hay en tu interior, se refleja en tu exterior y viceversa. Así, tus ideas fluyen con mayor libertad, tienes más claridad y percibes información esencial. Empiezas a sentirte más ligera, más abierta y más consciente. Tu intuición se despierta y proyectas equilibrio.
Es real, te lo aseguro, tu mundo exterior no es más que la proyección de tu mundo interior. Si tu mundo exterior está cargado de cosas inútiles, igual ocurre en tu interior. Si dentro de ti hay pensamientos e ideas vacías, limitantes e innecesarias, lo mismo proyectarás hacia afuera. Se trata de coherencia.
Si en nuestro interior sentimos odio, celos, vergüenza o tristeza, lo que vamos a transmitir a los demás será más de lo mismo. Si por el contrario sentimos amor, compasión o alegría, eso es lo que expresaremos a los demás.
Si quieres un consejo para empezar a ordenar tu espacio, empieza por un sitio pequeño, no pretendas ordenarlo todo a la vez. Inicia tu proyecto de orden en un rincón de tu casa que te llame la atención y céntrate en él hasta que lo tengas a tu gusto y te hayas deshecho de todo aquello que no necesitas. Si hay algo que se te resiste, déjalo, no le des más vueltas, ya volverás a ello cuando realmente estés preparada.
En mi caso, los libros han sido siempre mi Talón de Aquiles, podía deshacerme de muchas cosas, pero un libro … Eso eran palabras mayores. Ahora he conseguido dar ese paso, distingo entre los libros que me aportan ahora mismo y los libros que ya han hecho su trabajo conmigo y sé que no voy a volver a leer. Practico el desapego con ellos, a pesar de que, como te he explicado, ha sido un paso algo complicado.
Mientras lees este artículo, estoy segura de que tienes algo en mente, quizás ese cajón en el que guardas las cosas inútiles, los recuerdos de eventos que ya apenas recuerdas o los documentos caducados que no tienen ninguna utilidad.
Te propongo un reto y te lo voy a poner muy fácil. ¿Qué te parece si hoy empiezas a colocar alguno de esos rincones y a deshacerte de aquellas cosas que a simple vista consideras inútiles?
Mañana puedes volver a ese rincón y mirarlo de nuevo. Quizás descubras algo más que ocupa un lugar inútil o quizás no. Y, una vez que sientas que está todo en orden, déjalo estar y empieza por otro lugar incómodo.
No se trata de ponerlo todo patas arriba. Si lo vas haciendo poco a poco no supondrá para ti un gran esfuerzo y sentirás la recompensa cada vez que abras ese cajón o vayas a ese rincón de la casa. Así no perderás la ilusión de seguir trabajando en tu bienestar y en tu tranquilidad, y al mismo tiempo ordenarás tu espacio mental y conseguirás esa claridad que ahora mismo necesitas.
¿Te atreves?