Seleccionar página

Vivimos inmersas en un montón de obligaciones que, en la mayoría de los casos, nos hemos buscado nosotras mismas.

Hay tanta información a nuestro alcance, que queremos abarcarlo todo, participar de todos los eventos, asistir a todas las clases o tener el último modelo de smartphone.

Para lograrlo, invertimos nuestro tiempo y nuestro dinero sin detenernos en apreciar toda la belleza que nos rodea.

Estar a la última, implica ser activa en las redes sociales y, por ello, pasamos gran parte del día interaccionando con nuestras amistades o leyendo noticias que llenan nuestra cabeza de todo aquello que no tenemos y que no somos.

Esto no quiere decir que no debamos mantener nuestras redes o informarnos de lo que ocurre, simplemente se trata de realizar todo ello en su justa medida. Si  perdemos mucho tiempo enganchadas al móvil, podemos limitar su actividad a determinadas horas del día. Si nos metemos en demasiados proyectos, podemos priorizar cuáles de ellos nos aportan más en este momento y dejar los demás para más adelante.

Es importante que veamos en qué tipo de actividades intrascendentes se va nuestro día a día. Si hay algo realmente valioso para nosotras, es nuestro tiempo.

 

 

En mi caso concreto, una de las cosas maravillosas que había dejado de lado últimamente era el contacto con la naturaleza, los paseos por el campo, oler las flores y disfrutar del trino de los pájaros. Mi afán por formarme, me había desconectado de mi centro y me impedía descansar bien por las noches.

Hoy, buscando una piedra para decorar, me di cuenta de todo lo que me estaba ocurriendo. Debido al trabajo y a las obligaciones diarias, llevaba sin respirar el aroma de mis plantas mucho tiempo y mi cuerpo lo estaba notando. Algo tan simple como contemplar la robustez de un árbol y el baile de sus hojas mecidas por el viento, son para mí un bálsamo sanador.

Seguro que tú también tienes alguna actividad sencilla que te encanta y que, sin embargo, llevas sin realizar algún tiempo.

De vez en cuando, merece la pena revisar cuáles son nuestras prioridades y si realmente las estamos atendiendo.

Al tener claros nuestros objetivos, podemos establecer un plan de acción que nos dirija hacia su consecución, eliminando todo aquello que nos impide alcanzarlo. Se trata de saber gestionar nuestro tiempo y nuestro espacio, para colocarlos a nuestro favor, liberándonos de obligaciones que entorpecen nuestra marcha.

Simplificar tu vida te va a ayudar a disfrutar mucho más y a estar más tranquila, centrándote en aquello que realmente te beneficia.