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Hoy me he despertado con un pensamiento rondando en mi cabeza. Es normal si empezamos a mirar a nuestro alrededor. Lo que vemos, lo que oímos, lo que sentimos se hace patente día a día.

Nos encontramos ante una situación extraordinaria para la mayoría de nosotras. Sí, sólo para la mayoría de nosotras. ¿Qué hay de esas personas que viven en continuo confinamiento por culpa de guerras inútiles?, ¿qué sienten miles de seres sin recursos, ni siquiera para solventar sus necesidades básicas, por culpa de las bombas?, ¿cómo lo viven a diario?, ¿qué pensamientos se cruzan en sus cabezas?, ¿cómo pueden siquiera soportarlo?

Lo que para nosotras es un período pasajero, es para ellos su día a día desde hace años. ¿Te has parado a pensarlo?

Estamos tan acostumbradas a escuchar las noticias que todo lo que no tenga que ver con nuestra pequeña comunidad nos pasa desapercibido. Escuchamos los informativos y leemos los diarios sin inmutarnos por lo que es hoy una tragedia internacional. Después hablamos de solidaridad, de empatía, de paz en el mundo y volvemos a centrarnos en nuestros insignificantes problemas.

 

 

La Madre Tierra llora, la Madre Tierra gime por todos nuestros errores. A través de nuestro confort contaminamos el aire que respiramos, apagamos la creatividad y los nuevos enfoques, pisoteamos a nuestros iguales y nos consideramos superiores a otros seres que habitan el Planeta. ¿Qué estamos haciendo?, ¿en qué nos hemos transformado?

Esta sociedad centrada en el placer inmediato, en la recreación del dolor ajeno, en la importancia de cosas banales y en el egoísmo, no puede seguir existiendo como tal. Todos estos pasos nos llevan al aislamiento, al trato inhumano y a la degradación de nuestra especie.

¿Quién gana con todo esto?, ¿por qué nos dejamos manipular de este modo?, ¿a quién beneficia esta disgregación?

Yo no quiero vivir en un mundo así. Yo quiero respetar a mis hermanos. Yo quiero agradecer todo lo que tengo. Yo quiero ser cada día más consciente de  quién soy y de lo que realmente siento. Yo quiero vivir sin miedo.

Este parón en nuestro camino es un antes y un después en nuestra evolución como especie. El mundo entero tiembla de miedo, el mundo entero sufre, el mundo entero siente sus límites y los acepta.

Ahora es momento de unidad, de comprensión y de apoyo entre nosotras. Ahora es tiempo de interiorización de nuestros sentimientos y de acciones comprometidas. Ahora es momento de actuar con integridad y plena consciencia. Tenemos el poder de convertir esta experiencia en un gran aprendizaje y vamos a salir reforzadas de todo ello, no te quepa la menor duda.